domingo, 22 de octubre de 2023

Una labor noble - Historia y Moda

Por Carlos Didjazaá

Hace unas semanas, Diana Porta me cedió un espacio en su podcast para hablar del porqué de mi interés por la moda. Para hacerlo, escribí un texto breve, el cuál leí en voz alta. Le mandé la grabación a Diana, quien luego lo editó en esta pequeña cápsula. Tristemente, mis habilidades de locución son paupérrimas, por lo que en ocasiones no se alcanza a distinguir qué estoy diciendo. Por lo tanto, decidí compartirles el texto por este medio.

Al final de esta entrada van el enlace y el escrito.

¡Gracias por el espacio, Diana!


Escuchar acá



Me llamo Carlos Didjazaá. Tengo 25 años. Nací en la Ciudad de México y sigo viviendo aquí. Soy periodista, desde 2017 investigo la historia de la moda en México. Mi orientación política es la apatía; desde hace tiempo intento no involucrarme en nada. Soy ateo, pero entiendo a los que creen en Dios. Aunque normalmente hablo mucho (de verdad, mucho) eso es todo lo que dejo que sepan de mí. Mi conversación versa más en lo que me gusta y en lo que sé, que en lo que soy. Y de lo que más sé es de moda. No obstante, en esta ocasión hablaré un poco más de mí, más en específico, de mi relación con la moda, por petición de Diana Porta, quien me dio la oportunidad de hacerlo.

Para hablar de mí es necesario que escriba. Esto es un texto, por eso sueno tan propio; cuando hablo libremente soy más vulgar. Los que me conocen en persona lo saben. Tengo facilidad con las palabras, pero cuando hablo, sin darme cuenta, termino yéndome por las ramas abordando mil cosas, sin contar nada que realmente sea mío. Una psicóloga me lo señaló cuando iba en la preparatoria. Poco tiempo después dejé de ir con ella.

Mi primer encuentro con la moda sucedió cuando tenía 5 años, en el Liverpool de Polanco mientras maquillaban a mi tía. El maquillista tenía una tele en su estación y estaban transmitiendo un desfile de Dior (alta costura, otoño 2003, me enteré más tarde). Cuando vi el abrigo de piel de la modelo, el maquillaje, su modo de caminar, la tarima decorada con luces, tuve una epifanía. Me gusta llamarla así. Di una vuelta por el departamento de mujeres esperando encontrar lo que vi en la tele, y me desilusioné al toparme con lo que vendía la tienda. Volví a la tele que tenía el desfile en loop, por el mero placer de volver a ver ropa hermosa, y ahí estaba: la ventana a una mejor vida. Siendo conciso, eso es todo lo que significa la moda para mí: una mejor vida.

Más interesante. Mejor. Menos tediosa. Más vivible, por decirlo de algún modo.

Va más allá del dinero, a mí la moda me dio la posibilidad de una vida distinta a la que me ofrecía mi medio originario.

Quise investigar qué fue de la moda mexicana porque sentí que era algo que podía hacer, porque no había mucha información, y porque me emocionaba descubrir algo nuevo. Llevo seis años en esta misión. Lo he disfrutado mucho. Y me ha dado anécdotas interesantes que me gusta presumir, y otras, de las que no puedo contar nada. Cuando me siento perdido, reviso mis apuntes para releer la biografía de alguien a quien admire y que ya no esté. Me da consuelo saber que, a mi edad, la mayoría se encontraba en una situación parecida a la mía. A la mitad de algo. Desorientados, porque apenas empezaban sus grandes proyectos después de unos cuantos empleos insipientes. Me tranquiliza ver que, aunque en general estas personas tuvieron vidas bastante particulares, podemos coincidir en eso. Podemos coincidir en muchas cosas, realmente. ¿Es esto la experiencia humana?

En cierto modo, le he dado dirección a mi vida a través de la de ellos. Pienso mucho en la muerte. Es un tema que me pesa, porque seguido de la muerte va el olvido. Y aún no termino de asimilar cómo tanto trabajo y tantas ganas e ímpetu pueden acabar en nada. Aunque ese sea el destino de la mayoría de las cosas. Pienso en el poema Un escritor mediocre: “el olvido es la meta, yo llegaré antes”. Una premisa verdadera, que aún no quiero aceptar.

Quizás sea fruto de la inmadurez, pero dedicarme a investigar qué hicieron estas personas, localizar su obra, es decir, sus prendas, y acotarlo todo, me parece una labor noble. Y no me ha pesado dedicarle mi juventud a esto.

En todas las disciplinas, en todos los lugares, estudian a sus muertos. Es por un sentimiento, más o menos universal, al que las palabras no le hacen justicia. Me da gusto haberlo hallado a través de la moda.

Y me da gusto haberlo compartido contigo que me escuchas.