sábado, 12 de enero de 2019

PERFILES: Entrevista con Armando Mafud.

Es complicado hablar de él, definitivamente controversial, cada que su nombre sale a colación surge un ligero quejido "mmm... Mafud" y algún comentario, a veces desfavorable, otras veces flores, la mayoría omite sus respuestas.
Lo conocí en la gala del Fashion Group; en cuanto lo reconocí me le acerqué con pretexto de tomarle una foto, pero todo era plan con maña para invitarlo a PERFILES.
Se podría decir que es un diseñador canónico, casi todos los diseñadores mexicanos que salen al extranjero terminan presentando cosas que recuerdan a él y cada que se habla de moda mexicana, si no es el primero al que mencionan, al menos tiene que aparecer en la conversación, ya sea como defensor de nuestras raíces o como mal ejemplo, siempre está ahí.
Oaxaqueño, se le da bien eso de los colores y las tramas, es conocedor de las artesanías del país y lo demuestra, a veces con estampados de talavera poblana, o con bordados huicholes o istmeños. No es difícil encontrar detractores de su obra, a muchos les parece pesado tanto color y algunos, más "filosóficos", reniegan de él categóricamente con argumentos muy a lo "Alta traición" de José Emilio Pacheco, no obstante, es más fácil aún encontrar fans suyos que lo defiendan a capa y espada.

De mirada dura y muy pocas palabras, Armando es un hombre difícil de impresionar, recientemente se ha dejado la barba y eso le suaviza un poco el semblante.
En esa misma gala rifaron unos ejemplares de su libro "Por Siempre México", una retrospectiva de su carrera comentada por doce escritoras, del cual me gané una copia. Cuando aproveché para que me lo dedicara y confirmar la entrevista no me pareció tan terrible como dicen que es. Es educado, pero no es encantador.
Pareciera incluso que no le gusta mucho la prensa, es cuestión de ver sus entrevistas, hay una que me da risa, es en Alemania, solo dura cinco minutos y el traductor tiene cara de preocupado todo el tiempo. No lo culpo, a mí tampoco me caen bien los periodistas.

Fue un tanto accidentado coordinar el encuentro, por alguna u otra razón no nos vimos hasta tres semanas después, sin embargo, hubo lugar y fecha.
Nos quedamos de ver en su domicilio al sur de la ciudad a las diez de la mañana, me atoré en un embotellamiento en el Periférico y me vi obligado a llamarle para avisar que llegaría tarde, me respondió diciendo que no había problema, pues no estaba en casa.
Finalmente llegué a su hogar, por fuera es discreto, incluso parece pequeño, pero una vez adentro uno se percata de que es un lugar bastante grande, de paredes blancas y escaleras altas.

Me recibió una señora muy amable, una vez le hube confirmado que sí, que yo era Carlos, me pidió que fuera a la sala a esperarlo, —¡¿por qué tan serio?!— me grita otra mujer más grande desde la escalera. Me río.
La primera me pasa una revista en la que Mafud es portada, —léala jóven—, dice, es una publicación norteña de sociales en las que los retratados solo aparecen con su nombre de pila.
La sala es amplia, ordenada y está decorada con figuras religiosas, pinturas, plantas grandes en macetas adornadas, un espacio elegante de piso de madera, atrás de mí hay un patio amplio y vacío, me recuerda a la casa de Chiapas de Luis Barragán.
Es un lugar silencioso, queda cerca de la avenida pero parece un mundo aparte, solo si estás atento se llega a oír un claxon, o muy lejano, el murmullo de la ciudad. Me aburro. Empiezo a revisar los libros que hay en la mesa, uno es de antigüedades de Egipto, Macedonia y Grecia, son fotos y es pesado, el otro es "Por Siempre México", me lo sé de memoria, no tiene caso revisarlo.

Me levanto para ver los cuadros de la casa, tiene buen gusto, las pinturas son preciosas y tuvo a bien elegir una abstracción como la decoración más grande, estoy malacostumbrado al museo, busco una cédula que me diga datos del autor pero no la encuentro, veo la firma, no conozco al pintor.
Llevo ya veinte minutos, para matar el tiempo reescribo mis preguntas y empiezo a contar cosas: cuanta gente hay en la casa, llego a seis, todos parecen trabajar para él; cuántas pinturas hay en donde estoy, eran nueve, creo; en mi fisgonería me doy cuenta de lo limpia que está la casa, muy limpia, ni siquiera hay polvo, veo al techo esperando encontrar aunque sea una araña que haya salido de las plantas que tiene, veo el revistero, no hay nada que me interese, volteo al segundo piso intentando adivinar qué pasa arriba, ¿a dónde se fueron las mujeres que me recibieron?, ¿qué habría pasado si hubiera llegado más tarde?
Salgo de mi trance cuando oigo que se abre la puerta, sonidos de carro y de inmediato la voz de Mafud. Habla fuerte, pero no grita, da unas órdenes y empieza a sonar actividad en la casa, no entiendo nada de lo que está diciendo. Tarda un rato en subir, se ve algo apurado, lo saludo de mano y me pregunta si le tomaré fotos al ver la cámara, digo que sí, me pide que lo espere, se irá a cambiar. Unos minutos después, una mujer me pide que la acompañe a la oficina, ahí se llevará a cabo la entrevista.
La oficina está menos ordenada que el resto de la casa, en lo que espero a que Mafud entre la reviso, hay algunos accesorios de su marca, pinturas, libros, unos DVD y un VHS que me llama la atención "Desfile en Bellas Artes 1998", me pregunto por qué no estará en YouTube.
Finalmente, Mafud entra acompañado por un hombre, se le ve de buenas y más bromista que cuando lo conocí, tomamos asiento y le explico de qué irá la entrevista y qué es PERFILES. Escucha atento pero no se ve muy interesado. Intento establecer rapport, llegarle por algún lado, no hacemos click, la entrevista transcurre lenta.

Armando Mafud.
Carlos Didjazaá: ¿Cómo está?

Armando Mafud: Muy bien, gracias.

CD: Usted nació en Salina Cruz... ¿Cómo fue su infancia?

AM: Salina Cruz, Oaxaca. A todo dar, muy bonita, una infancia feliz, en el pueblo, no en esta ciudad.

CD: Es hijo de padre libaneses.

AM: Sirios, padres sirios.

CD: Usted menciona en otras entrevistas la tienda de raya de sus tíos...

AM: De mi abuela. No dije que era una tienda de raya, sino que era como una, con esos mostradores antiguos de madera, una de esas tiendas que venden cobijas, telas, suéteres, de todo.

CD: ¿Qué lo llevó a ser odontólogo?

AM: No sé, tal vez casualidad, tal vez influencia, quizás pensé que era una carrera muy bonita y así lo fue.

CD: ¿Sí la ejerció?

AM: Sí, diez años.

CD: ¿Y cómo llegó al diseño?

AM: Haciendo accesorios, cuando mis hermanos y yo éramos estudiantes, para vender y ganar más lana. Caminábamos por el centro y vimos una tienda donde vendían materiales, metí a mis hermanos al negocio y empezamos en un tallercito con una persona, luego tuve la suerte de que me invitaran a un Miss México con mis accesorios. Así fue, me fui involucrando e involucrando y aquí estamos.

CD: ¿En qué año fue su primera colección?

AM: Entre accesorios y ropa tengo 38 años de carrera, de ahí saca la cuenta... por el ochenta, ochenta y uno.

CD: ¿Cómo fue ser diseñador emergente en los ochentas?

AM: Siempre tuve mucha suerte o no sé si las cosas eran muy bonitas; empecé con accesorios y en seis meses ya estaba entre los primeros que hacían ese tipo de cosas y de ahí pa' delante.

CD: Hay un hueco enorme de información que abarca toda su carrera en la década de los noventas, ¿cómo fue su trabajo en esos años?

AM: Ah caray, ¿un hueco enorme? Hemos trabajado desde ese día hasta la fecha con el mismo ritmo.

CD: ¿Cuál es ese ritmo?

AM: Diario, hacer desfiles, viajes, pero no entiendo por qué dices que de los noventas no hay información.

CD: ¿Cómo llegó a Bellas Artes?

AM: Llegué a Bellas Artes por invitación del Festival del Centro Histórico. Me invitaron a hacer una presentación que iba a ser en otro recinto, pero yo propuse que fuera en Bellas Artes, se quedaron con el ojo cuadrado, "usted, atrevido", no había fechas, pero unos japoneses que iban a hacer una cosa cancelaron y me quedé con ese espacio. Me he presentado tres veces ahí en la sala principal y una vez, para presentar mi libro, en la sala Adamo Boari.

CD: ¿Qué representó para usted?

AM: Qué te puedo decir, es la máxima casa de cultura en el país, fue más importante para mí que exhibir en París o en cualquier otro lado, y en París estuve en el Louvre.  Bellas Artes es Bellas Artes para mí. Lo más importante de mi carrera.

CD: ¿Y presentar en el Teatro Macedonio Alcalá?

AM: Ha sido por una gira itinerante de la colección que hemos presentado en Oaxaca, Chiapas, Torreón, Orlando, Florida, Houston, muchos lados.

Mafud en su tercera presentación en Bellas Artes, 2011.

CD: ¿Cómo llegó a París?

AM: A París llegué en avión —ríe— fue por la invitación de una marca de productos para el cabello para presentar mi colección en un evento de peluquería, se hizo de manera muy formal.

CD: ¿Afecta a su vida como persona y diseñador vestir a primeras damas?

AM: Es bueno y es malo, no creas que es lo más importante para mí. Para mí son como cualquier otra clienta, claro, son las primeras damas pero me da igual.

CD ¿Y qué es lo más importante para usted?

AM: Disfrutar la vida.

CD: Usted ha sido muy influenciado por Rodolfo Morales.

AM: No todo ha sido Rodolfo Morales, solo es parte de la colección que siempre se está reciclando. Por un trato con la Fundación Rodolfo Morales podemos reproducir las pinturas en la ropa.

CD: ¿Qué otros pintores lo inspiran?

AM: De México Diego Rivera y Frida Kahlo, para lo que se presta mi trabajo nada más ellos, he hecho cosas de Tamayo, para el Museo Rufino Tamayo, esos vestidos se donaron y se subastaron para ayudar al museo.

CD: ¿Qué diseñadores lo han influenciado?

AM: Yo creo que ninguno. Admiro mucho a Valentino, a Lagerfeld, pero no me han influenciado, las locuras que hago me salen naturales.

Foto cortesía de Armando Mafud.

CD: ¿Cómo ha sido la aceptación en el extranjero de su ropa?

AM: ¡Muy buena! El primer lugar donde entró la ropa fue en Düsseldorf, Alemania, por la feria de la CPD (Collection Premiere Düsseldorf), me invitaron a un evento especial con dos diseñadores mexicanos y a mí me tocó cerrar el desfile, a partir de ahí decidieron invitarme cada seis meses.

CD: ¿Cuál es su proceso de diseño?

AM: Varía mucho, primero intento hacer el diseño, se hace una prueba de manta, luego el corte, que después se hace en tela y después se cose, al final se pinta, se borda, depende.

CD: Pero usted no dibuja.

AM: No sé dibujar, fíjate. Yo calco una muñeca que me heredó Luis Galindo, un gran ilustrador al que incluso contrató Dior en París, y encima de la calca yo intento hacer dibujos. No sé dibujar, no sé coser, no sé pintar, no sé bordar.

CD: Qué extraño.

AM: Es la verdad, eso lo hace la gente que trabaja conmigo.

CD: Entonces es más empresario que diseñador.

AM: ¡Si lo fuera sería millonario! Pero no lo soy, a pesar de que mucha gente así lo crea. No soy empresario, soy artista.

CD: Me llama mucho la atención que diga que nunca se ha ido de Oaxaca. Aunque su libro esté seccionado en estados; Oaxaca, Chiapas, etcétera, o estilos, en todos veo a Oaxaca, incluso en su sección barroca que es más cercana a Santo Domingo que al barroco italiano. Habiendo dicho eso, ¿usted es más mexicano o oaxaqueño?

AM: Está rara tu pregunta, al ser oaxaqueño soy mexicano, ¿o qué México esperabas tú, la Ciudad de México?

CD: Dice que representa a México, pero lo veo muy focalizado en Oaxaca.

AM: Pero no es lo único que hago, ahí está Puebla, Coahuila... puedes ver los estampados de talavera en todas mis colecciones.

CD: ¿Y no lo han influenciado otros países?

AM: Ninguno.

CD: Dicen que es NeoMexicano, ¿cree entrar en la categoría?

AM: ¿Del arte? Si es así es un honor para mí.

CD: ¿Cree que la moda sea política?

AM: La moda es un producto socioeconómico, no creas que es casualidad, sucede como todo en el mundo. En la posguerra veías a las mujeres muy varoniles con charreteras y sacos cruzados y unos años después llega Dior con sus faldones amplios hasta el tobillo, cinturas apretadas y el busto levantado. Y así fue cambiando la moda junto con la gente.

CD: ¿Y su trabajo es político?

AM: Para nada.

CD: Hábleme de las Olimpiadas de Londres.

AM: Ni me acuerdo muy bien pero ahí estuvimos. Me llamaron de la CONADE para presentar un proyecto, lo presenté y al día siguiente empezamos a trabajar. Ellos me buscaron.

CD: En el extranjero la reacción fue muy positiva, la BBC hasta le dedicó un minuto, pero aquí fue todo lo contrario, ¿a qué cree que se deba?

AM: No hay mexicano que no sea atacado por los mexicanos, cuando estás subiendo te jalan el pie para que te caigas. Cuando subí el comentario de la BBC en Londres, algunos de los que me atacaron me escribieron para pedirme disculpas.
Yo cumplí con mi trabajo, hice algo que fuera acorde a mi trayectoria y a lo que me pidiera la CONADE y no me entendieron, ¡hasta recibí mentadas de madre! Pero que no me entendieran no significa que la colección estuviera malhecha, eso fue un ataque de envidiosos.
Y déjame decirte que fue terrible solo en un porcentaje, no todo el mundo atacó la colección, la gente quedó maravillada, los atletas estaban felices, hubo unas indisciplinadas que se cambiaron las botas por tenis, otros compraron sombreros de charro en el aeropuerto y se los levantaban por eso de la mexicanidad, pero no fue mi culpa, no estaba en los camerinos para corregirlos.
La colección estaba maravillosamente hecha y fue aceptada por los conocedores.

Delegación olímpica mexicana, Londres 2012.
Foto cortesía de Mafud.

CD: ¿No ha pensado en vivir en otro país?

AM: Nunca.

CD: ¿Qué es la mexicanidad?

AM: El respeto a México, llevarlo con dignidad por el mundo en varios aspectos.

CD: ¿Qué opina de los trajes que llevó la última delegación olímpica en Río de Janeiro?

AM: No los vi.

CD: ¿Por qué hacer un libro?

AM: Es importante dejar plasmada tu trayectoria y tu trabajo en algún lado. Además era lógico. Está mal que lo diga pero soy el diseñador que más ha trabajado y hecho por México, tenía la obligación moral y la inquietud por hacerlo y lo hice. Tuvo mucho éxito, ha gustado mucho y además recibimos el Premio Nacional de las Artes Gráficas.

CD: ¿Y por qué no hacerlo de forma cronológica?, ¿por qué llamar a doce escritoras para formar su libro y no hacerlo de forma autobiográfica como la mayoría de los diseñadores?

AM: No estaba tratando de sobarme el ego ni de contar mi vida, yo quería hablar de mi trabajo. Si no hubiera sido así nadie lo habría comprado. Quise mezclar mi arte, la moda, con la literatura, por eso se convocó a doce escritoras especialistas en su ramo para llenar ese complemento cultural.
Si me pusiera a hablar de mí no habría sido un libro de arte, que así es como está catalogado, sino uno de horror. Si hubiera hablado de mi vida habría aterrado a la gente.

Por Siempre México, 2017.

CD: ¿Por qué?

AM: Bueno, cada quien tiene lo suyo, ¿verdad?

CD: ¿Ha tenido discípulos?

AM: No, no tengo paciencia para enseñar.

CD: ¿Cómo ve la industria de la moda en México?

AM: Parada, pobre, sin apoyo, como siempre, con pocas ventas.

CD: ¿Nadie lo emociona?

AM: En México nadie y te diré por qué: yo abrí un camino de diseño mexicano que no existía y que muchos han intentado copiar, famosos y no. Si te vas a Oaxaca fácilmente encontrarás 50 imitadores -o seguidores- míos que creen que agarrar un huipil y pegarle un parche a un vestido de manta es diseñar. No es eso. Le digo a los estudiantes que lean, se informen, que vean todo lo que está pasando y no copien. Agarrar el escote de un vestido que viste en una revista y la manga de otro no es diseñar y todos hacen eso, por eso no me emociona nadie, perdón.

CD: ¿Cree que aún sirva el modelo actual de pasarela?

AM: Tiene mucho que no veo ni hago pasarelas, hice la de Torreón porque casi me hacen manita de puerco, pero prefiero hacer exhibiciones con maniquíes. Me da tristeza que ya no haya modelos como las que teníamos antes: Martha Cristiana, Eugenia Cauduro, Monserrat Olivier, todas las que fueron mis consentidas se acabaron, esa generación pasó, de repente empezaron a caminar como caballos, poner caras, e ir despeinadas, ¡eso no es glamour! La moda no es ir en fachas.

CD: ¿Ha pensado en hacer una línea de pret á porter?

AM: Lo he pensado pero me he arrepentido, necesitaría otro modelo de negocio, lo mío es único, una sola pieza por diseño y el pret á porter es masivo.

CD: ¿Por qué el afán de solo hacer una pieza por modelo?

AM: No es afán, es exclusividad, eso es lo que ofrezco mis clientes. Puede haber toda una serie de alcatraces pero no están pintados igual, ese es el tipo de ropa que hago.

CD: ¿Qué planes tiene a futuro?

AM: Seguir trabajando hasta el último día, continuar mi gira de Por Siempre México, hacer nuevos proyectos, no me gusta estar inactivo.

CD: ¿Qué consejo le da a los jóvenes diseñadores?

AM: Que trabajen, lean y busquen una identidad, incluso si quieren hacer cosas mexicanas que las hagan bien y no impriman y estampen lo que se supone que sea un bordado, lleven a México con dignidad... y no copien.

CD: ¿Al joven Mafud?

AM: Que se esté quieto porque ya está muy viejito.

CD: ¿Y a mí?

AM: Estudia más a tus entrevistados.

Han pasado 23 minutos, muy poco tiempo para una entrevista de semblanza, aún intento hacerle plática, le comento de otras cosas que estoy haciendo, Mafud responde algunas cosas que no aterrizan en nada, me ve con la mirada condescendiente de quien da la oportunidad de huir.
Le tomo la palabra y salgo por donde entré; antes recorro la casa y vuelvo a ver los cuadros, estoy insatisfecho, quizás fue muy pronto, me encuentro a la mujer que me recibió y ya no pregunta nada, ¿nos habrá escuchado?, bajo las escaleras y me topo con el portón, a la derecha tengo el taller, tengo ganas de husmear y quedarme platicando con la trabajadora que está adentro pero prefiero aguantármelas.