miércoles, 2 de agosto de 2017

No hay lugar para los jóvenes.

No hay lugar para los viejos. Según.



Decirle a la juventud que el mundo les pertenece es mentirles.
No es de ellos, les será suyo cuando sean mayores, mientras tanto no. 

Tenemos una horda de futurólogos optimistas hablando de casos aislados en Silicon Valley, nos hacen creer que el Mesías entrepeneur tiene 18 años, no es cierto. Tres empresarios californianos menores de treinta no nos dicen cómo es el mundo en su totalidad.

El joven es infrahumano, su opinión no cuenta, si su edad no rebasa los 27 todo argumento que emita se invalida con un tajante: "te falta, estás chavo". Al mismo tiempo, el inquisidor se traga las enunciaciones estultas de cualquier farsante de entradas pronunciadas. 

El mundo le hace un favor al joven al dejarle trabajar, ser explotado es un privilegio que solo los mejores se merecen, escribir sin crédito ni salario para Milenio es un honor para lo más movidos, lamer el piso y servir café es la recompensa de cuatro años de esfuerzo. La sumisión es la clave para ser pagado con una divisa más redituable: "la experiencia", la experiencia de ser un esclavo moderno con el mote de "becario", trabajar sin mayor beneficio que el de una carta de recomendación o una palmadita en la espalda. 

"Ver mis palabras publicadas en el diario se siente padrísimo, aunque lo haya firmado el editor, saber que lo escribí yo me llena" comentaba un compañero iluso al que le daban MXN$800 al mes para transporte, limosna de la limosna.

Cobrar es un delito, un pecado, un crimen inconcebible que merece el escarmiento público, Adela Micha humilla a nivel internacional y cibernético, a una joven que quiso sacar dinero de su trabajo. Otra periodista abusiva que utiliza su exposición y nivel de convocatoria para dejar en ridículo a una persona que pide lo justo, un salario.



Respecto a la misma persona, otro convenenciero, un rapero sin talento ni fans se cuelga de su fama momentánea para volverse viral, que gusto que ya no sabemos nada de él.

Recuerdo a cierto maestro de economía que nos presentó a un ex-alumno amigo suyo, un pobre de apenas 27 (¿o 26?) que parecía de 42 años, se jactaba de entrar a su trabajo a las 10 de la mañana y regresar a su departamento cuando estaba oscuro, nos hablaba de como hacía unos cuantos cientos de pesos al inicio de su carrera y como ya no veía a su mamá por trabajar, me quedé con ganas de saber cómo fue que engordó y se puso amarillento, el final feliz es que sí podía vivir de su carrera.

Le pregunté si tenía vida, si podía ver a su familia, si tenía novia, si podía salir, me dijo que sí, que "le daba tiempo", que triste que te tenga que dar tiempo. 

El maestro me escupió que "para ser periodista te expones a eso, si quieres 'tener vida' métete de RP, tienen prima vacacional, trabajan de 9 a 5, de lunes a viernes, se la viven en el coctélito y no ganan nada mal" Quién diría que es execrable pedir derechos laborales básicos.

Los maestros, eternos verdugos de la juventud, tienen la estúpida visión de que ser prepotente es sinónimo de enseñar cómo es la "vida real", defienden la idea de que un docente arbitrario es igual a un jefe, si un jefe te obliga a sentarte a una silla clavada al piso, te prohíbe ir al baño y te regaña por dos horas es merecedor de una denuncia, en el profesor es visto como una virtud. 

Catartizar su mediocridad en un discurso de seis meses no es enseñar, ser sarcástico con los estudiantes no es ser brillante, insultarlos no es prepararlos para la vida, es hundir la poca moral que aun queda del alumno, son jóvenes no costales de arena, le recomiendo a esas lacras que tomen terapia, que hagan las paces con sus padres, se consigan una prostituta, fumen marihuana, que sé yo, dense un tiro o pídanle a alguien que los asfixie, una muerte que parezca natural le sale más barato al Estado que limpiar un suicidio. Me pregunto qué tanto influyen los profesores en que las escuelas sean cada vez más alcohólicas.

La miseria de la juventud se desahoga en el gasto excesivo, la infelicidad es un buen negocio, no es raro que por eso cada vez los jóvenes ya sean más viejos, el fraude de los millenials abarca de los 16 a los 35 años, son un mercado gigantesco que comprará cualquier cosa para cubrir su pena, se harán llamar runners, pet-lovers, lolitas, foodies, generación Y, se inventarán cien mil categorías para no ser vistos como jóvenes.

La burocracia está en su contra, mejor tenemos asociaciones que defienden los derechos de imagen de un mono antes que a los jóvenes, el pan de cada día es ver policías abusivos sometiendo adolescentes injustamente para luego robarles el celular, secretarias mórbidas y amorfas ninguneando mozos pero mostrándose dóciles ante cualquier pelele que se acerque a su edad, al levantar una denuncia se te cuestionará mil veces antes de tomar tu declaración, entre muchas situaciones más.

Los psicólogos idiotas de la radio te exigen que no intentes cambiar a la gente, pero te dan un millón de consejos para cambiar a tu adolescente, "tu adolescente" casi como decir "tu mascota", te enseñan a condicionarlos con una campana, chantajearlos quitándoles el teléfono, obligándolos a convivir con gente que no les agrada, a hacer actividades que detestan, a mantenerlos ocupados todo el tiempo para que no se conozcan a sí mismos. Ver lo que te gusta en el celular para escapar del horror de tu vida es más subversivo que pasarsela en marchas.

Los libros "jóvenes" son sermones y regaños de 300 hojas, desde "Hace falta un muchacho" hasta la carrera completa de Carlos Cuauhtemoc Sánchez, la industria del regaño es increíblemente lucrativa.

Y lo más importante, la horda de padres de familia idiotas que le hacen caso a todos los anteriores, tienes que ser el mártir multiusos del calvario para ser bueno.

El joven es carne de cañón, al mundo le repele tanto que lo estimula para que madure lo más rápido posible, no soportan la juventud, la exprimirán hasta la última gota, unos con gritos, otros con trabajos forzados, algunos otros insistiendo con matrimonios, otros más enseñándote cómo es "la vida real".

Joven, el mundo no es tuyo.
El mundo te odia.