jueves, 11 de octubre de 2018

Fashion Week.

Es Fashion Week y cometen los mismos errores. Las locaciones son divertidas, interesantes quizá, con la luz mal puesta que hace ver más feas a las modelos y a la ropa peor cosida. Los blogs comparten las fotos de los atuendos interesantes de los asistentes cuyos pectorales me parecen de mayor interés que su estilismo. No hay gente fea en las fotos, sí en los eventos. No hay videos, no hay registro, quienes no fuimos seguimos teniendo que pepenar en Instagram la colección completa para olvidarla un día después. Entrevistas de un minuto, puro lugar común, ¿quién te inspira?, ¿quién es la mujer -marca-?, ¿cuál es tu look favorito? Diálogos insulsos en donde el reportero pregunta lo primero que se les ocurre y el diseñador responde lo que se le antoja, citas al aire, no hay conversación. Ya sabemos que la gran falla de la moda nacional es la falta de periodismo, ¿qué se le va a hacer?, ¿cómo se es periodista sin quejarse eternamente?, rectifico, ¿cómo se es periodista? Se habla de las colecciones con un desinterés ingente, como si no hubiera nada que reportar, a lo mejor no lo hay, ¿le pagarán a esta gente?, ¿qué caso tiene describir la ropa cuando ya hay fotos en el diario?



La escuela me dice que interprete, leo los manuales y no entiendo nada. Leo los reportes de la semana de la moda y no aprecio nada, nada es nuevo, el único que "innova" es el tipo que presenta jeans, que ironía. La experiencia es presencial, al parecer lo emocionante está en hacer contactos, lo veo desde afuera, no me arrepiento. No parece que me esté perdiendo de nada. Sin embargo las cosas cambian, según. En una semana veremos las parodias, las burlas, a los incluyentes ahora renegando de la democracia que antes pedían a gritos. Y en seis meses otra vez, y en seis meses otra vez, y en seis meses otra vez...

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