viernes, 8 de junio de 2018

In Memoriam: Julio Chávez/Entrevista con Rosalía Architrave


Julio Chávez en los 50.
Cortesía de Rosalía Architrave.


En diciembre de 2013 nos dejó Julio Chávez, mítico diseñador de las rumberas del cine mexicano. A diferencia de otros personajes de la moda mexicana su obra está bastante bien documentada, además de que en vida tuvo el tino de hacer una autobiografía bastante bella porque la persona de la que menos habla es él mismo. Entendió que la vida se explica a partir de otros. Sus prendas más conocidas son los entonces polémicos vestidos de sirena que hizo para María Victoria o el apretado traje que le enfundó a la modelo que caminaba por Madero fotografiada por Nacho López. Con una amplia trayectoria como vestuarista me atrevo a decir que si ves un vestido que te gusta en De Película es probable que lo haya hecho él.

En los últimos años de su vida su presencia fue discreta y después de morir recibió la somera prensa que en México suele recibir la moda; cinco años después me dediqué a buscar a Rosalía, su hija adoptiva, que en realidad es su sobrina y es su familiar más cercano. Encontrarla fue fácil, una búsqueda de Google y encontré su teléfono, le llamé y después de cuatro días nos vimos en un café en la Condesa, la acompañaba María, amiga suya y tras platicar un rato decidimos ir a la casa de Rosalía a unas cuadras de ahí.


Cardid Sansa: Hola, muchas gracias por aceptar; ¿cuál es su primer recuerdo de Julio Chávez?

Rosalía Architrave: Buenas tardes Carlos, gracias por la entrevista; el primer recuerdo que yo tengo de él siendo muy niña es que me hacía vestidos para mi cumpleaños. Yo puedo recordar que de los 5 años en adelante -que fue el tiempo en que él me hacía vestidos- yo iba corriendo y le decía "Papá quiero mi vestido con chaquiritas" y me decía "sí ¿que le vamos a poner?" y me hacía mis vestidos de cumpleaños con "chaquiritas" y eso es algo que tengo muy metido en mi mente.

CS: ¿Cómo era su carácter?

RA: Era una persona de carácter muy fuerte, ¡muy fuerte sin importar quien fuera! cuando estaba enojado despotricaba sin medir palabras ni consecuencias. Como todo buen genio era bastante irascible, pero nada tenía que ver con la bondad de su corazón.

CS: Todos recordamos a Julio Chávez por su carrera como diseñador, ¿tiene alguna anécdota en específico que quisiera contar?, ¿cómo era vivir la carrera de Julio desde su perspectiva como hija?

RA: Fue algo que yo no entendía en un principio siendo muy niña. Los papás de mis compañeras se dedicaban a otras cosas, iban a su oficina y regresaban. Yo siempre veía a mucha gente rodeándolo, cosiendo, bordando... y no entendía qué tipo de carrera era esa, creciendo ya me fui dando cuenta de lo que él hacía y empecé a apreciar mucho la sensibilidad que tenía para lograr todo lo que logró y cómo empezó haciéndolo.
Él inició su carrera vistiendo a las tiples en lo que fueron las carpas y los pequeños teatros en la Ciudad de México, en ese tiempo nosotros vivíamos en la colonia Guerrero en el 32 de una calle que se llamaba 2 de abril, que aún existe, y es en donde ahora está el edificio de la Corregidora. Creo que es de corte y confección. Él todas las noches iba a los teatros y a las carpas porque es cuando vendía su producto. A la hora que estaban las vedettes iba a ver de qué se trataba la obra, o cuál iba a ser la próxima revista musical, desarrollar un proyecto, venderlo y posteriormente ir a cobrar y ver cómo lucía su ropa puesta.
Recuerdo, con mucho gusto, que varias veces me llevó al teatro en la noche, siendo yo muy niña, a "ayudarlo a cobrar" según él. En alguna ocasión estaba Pedro Infante en cartelera en lo que posteriormente fue el teatro Blanquita y antes fue Margo, entonces, mi papá obvio se metía a los camerinos para cobrar, tomar medidas o diseñar algún vestido y me dejó en la tramoya, que es un cuarto chiquito que está a lado del escenario y sirve para estar guiando al artista, subir y bajar el telón, hacer operaciones, etcétera. Me sentaron ahí en la ventanita que da al foro, cuando Pedro Infante me vio -porque me conocían muy bien casi todos los artistas- fue por mí, me cargó y me sacó al escenario, terminó de cantar y empezó a decir ¿cuál quieren escuchar, cuál quieren escuchar? y obviamente la gente pedía las canciones favoritas, me preguntó a mí que qué quería yo oír y le dije "el piojo y la pulga", ¡fue una rechifla! A mí como niña se me hizo muy fácil pedir lo que yo conocía "el piojo y la pulga se van a casar y no se han casado por falta de pan" y fue un escándalo de todos porque querían oír canciones para llorar pero me dio mi lugar y cantó el piojo y la pulga. Para mí es un recuerdo muy bonito porque, cuando volteé y vi que mi papá ya me estaba esperando tras bambalinas y estaba muerto de la risa por lo que había hecho, me alegró mucho que lo disfrutara y se riera de alguna gracejada mía.

Rosalía Architrave.

CS: Hace rato me comentaba que llegó a tener hasta 40 costureras y un taller muy grande en unos niveles de producción que, viéndolo desde la perspectiva de la industria, claro, ningún otro diseñador mexicano ha tenido, sobre todo considerando la época. ¿Podría ahondar en ello?

RA: Claro, él llegó a tener mucho auge vistiendo a esta serie de teatros y centros nocturnos que había: el Lírico, el Margo, el Iris, el Capri. Fue una época de muchísimo trabajo porque independientemente del vestuario de las tiples, hacía vestuario para las estrellas. La casa en donde yo me crié mis primeros años fue una vecindad de cuartitos con un tapanco y nada más, tenía las cocinas afuera. Cuando a mi papá le empezó a ir bien haciendo ropa para las carpas, porque todavía no estaba del todo bien, decidió cambiarse en la misma calle a una privada con 12 casitas y un patio muy grande. Ahí empezó a triunfar y decidió que era momento de comprar algo. Mi mamá, quien tuvo un papel muy importante en la vida de Julio y en la mía, naturalmente, anduvo buscando por la colonia y encontró en la calle de Magnolia una casa de tipo antiguo con el patio en medio y todos los cuartos alrededor. Él la remodeló y le hizo un piso doble, de un lado de la casa tenía su taller, que constaba de la sala principal, que es donde él cortaba, 4 habitaciones y un baño, igual era del otro lado y al fondo estaba la cocina, el comedor, las zotehuelas y la escalera para la parte de arriba donde estaban la recamara de mi madre, la mia, el vestidor y el baño. Esa casa me trae buenos recuerdos, pues fue ahí donde mi papá tuvo su auge vistiendo teatros y tuvo que contratar a más empleadas.
A mi papá, como buen pueblerino, le gustaban mucho las plantas; entonces todo el pasillo estaba repleto de plantas. Mandó a poner unas jardineras en la parte de arriba, todas con plantas colgantes, al final de ese pasillo mandó a hacer un arco de herrería y 2 macetas pero al piso, ¡macetones!, y plantó bugambilias de ambos lados, cuando crecieron fue una maravilla porque ahí hacíamos el árbol de navidad. Mandó hacer una serie de focos de colores de 20 watts y adornábamos esa bugambilia con los focos y abajo se ponía el nacimiento. También teníamos muchísimos animales: pavorreales, palomas mensajeras, canarios, cenzontles, gorriones, gatos, perros, un mono araña, una rata blanca, gatos siameses -esos le encantaban, tenía cuatro pares-. Ya al final de sus días, viviendo aquí, me dijo que alguien le regalaba una guacamaya y le dije "bueno, ¿la guacamaya o todos los que estamos aquí? Porque este es un departamento muy pequeño", "está bien -me dijo entristecido- me quedo sin mi guacamayo".
La casa de Magnolia fue muy importante y tiene un aprecio muy especial por todos los que vivimos ahí, que fuimos mucha familia, pues independientemente de su carácter, él era muy noble y en esa casa siempre fueron bienvenidos los sobrinos, los primos, las tías, quien quisiera estar ahí por temporadas, ya fuera de visita o por estudiar una carrera, o las primas que venían del pueblo o de Guadalajara para que mi mamá les enseñara a guisar, porque cocinaba riquísimo; esa casa siempre estaba llena, siempre había gente de la familia y de la no-tan-familia ¡Sus cumpleaños se celebraban durante tres días!, asistía tanta gente que se festejaban cumpleaños y torna cumpleaños, se hacían cazuelones de pozole, arroz, birria, de cuanto había y como era una persona que le gustaba convivir con los demás, todas las artistas a las que vestía como María de Lourdes, Lola Beltrán, Flor Silvestre, la Prieta Linda, a las tres o cuatro de la mañana que se terminaban sus shows en distintos lugares iban con sus respectivos mariachis y se juntaban en la puerta de la casa a cantar las mañanitas y toda la gente de la cuadra entraba. Era de puertas abiertas, no importaba quien fuera, se quedaban y comían, bebían y se quedaban los tres días. Desayunando, comiendo, cenando, cantando... mi papá era una persona muy alegre.

CS: ¿Cómo se llamaba su madre, Rosalía?

RA: Mariana Orizaga Ibarra. Fue hermana de la mamá de Julio. Mi mamá los crió, ellos se quedaron huérfanos muy niños, pues mi tía murió dando a luz al quinto hijo. Cuando mi mamá y mi papá biológico se separaron, mi papá acogió a su tía, o sea, mi madre, y yo le empiezo a decir papá porque era mi figura paterna. Él me crió a mí como mi mamá lo crió a él. Se repitió la historia.

Mariana Orizaga Ibarra.
Cortesía de Rosalía Architrave.

CS: ¿Cómo era su relación con otros modistas? En su autobiografía llega a mencionar ciertos roces con Tao Izzo, pero en general no habla mucho de sus compañeros de oficio.

RA: Fue mala, ¡muy mala! Y la razón es esta. Julio Chávez fue único, todo lo demás fue copia. Para desarrollar su carrera mi papá se inspiró en Dolores del Río, según sé por lo que él lo contaba, cuando veía las películas de Dolores del Río en su pueblo le llamaba la atención ver a esta hermosísima mujer tan bien vestida y de ahí nació su inspiración para hacer ropa de mujer, aunque en sus inicios él entró a trabajar en una sastrería.
Los modistos de su época, según él, y creo que yo ahora lo entiendo, no eran creativos. Mi papá siempre dijo que no había nada nuevo bajo el sol, la moda iba y venía, pero ellos no eran ingeniosos, no tenían visión y no tenían iniciativa, ¡incluso hubo entre todos esos algunos que le robaron sus patrones!, él lo dijo en televisión alguna vez y fue aceptado por el que le robó. Todo aquél qué quería hacer algo en la moda acudía a él con miles de artimañas: iban a que les diera posada unos días y les enseñara como era el oficio y después se iban con sus patrones, con sus ideas y con sus diseños. Por eso se llevaba tan mal con todos ellos, los modistos de esos tiempos, -los actuales no sé, que creo que ya no hay- se decían modistos por el hecho de ir a comprar una tela y decir "con ésta te vamos a hacer un vestido", Julio Chávez cortaba, diseñaba, cosía y bordaba. Él sólito sin ayudantes podía hacer un vestido, cosa que ninguno de los otros podía, porque sabían bordar pero no sabían coser a máquina, o sabían coser pero no diseñar ¡pero se hacían llamar modistos! Y se allegaban de gente que los ayudaran a salir adelante, Muchos de ellos llegaron a hacer cosas que yo no puedo mencionar porque no las viví, obviamente, que no eran justas. Por ejemplo, a la hora de presentar los diseños llegaban a pedirle que les prestara su ropa para hacer una pasarela. No había ningún modisto que le llegara a los talones, pero a la hora de caravanear no le daban crédito, por eso mi papá no los podía ver, respetaba lo que hacían pero muchas veces dijo -- a mí pónganme ahorita una tela y una máquina de coser y les hago un vestido, ¿tú que puedes hacer?-- --es que yo nada más diseño. --ah, entonces no eres un modisto completo. Pero se daban ínfulas de que sí lo eran y a la hora de probarlo se zafaban o no aceptaban el reto. Por eso no se llevaba bien con ellos.

Vestido de Julio Chávez.
Cada lentejuela ha sido puesta a mano.



CS: Hay algo que no me queda claro, algunos dicen que se retiró de la moda en 2012, otros que antes, pero hay nada claro respecto a ésto ¿en qué año se retiró?

RA: Mi papá no se retiró nunca. Murió en diciembre del 2013 y ya no quería hacer vestidos porque obviamente los años pesan -y él lo dijo-. Lo último que hizo fue algún arreglo de ropa que confeccionó para Anamía, ella vino en el 2012 a decir que iba a presentar una revista musical y que quería que le arreglaran muchos vestidos que tenía confeccionados por Julio Chávez y lo hizo, pero ya hacer algo específicamente para alguien no, porque no había a quién hacerle; todas las artistas que él vistió ya estaban retiradas, otras habían muerto y ya no había mercado para su ropa. Actualmente el vestuario tanto de artistas como de personas comunes es muy sencillo, ya no había teatros de revista, ya no había teatros de comedia ¡la última a la que le hizo algo para teatro fue Angélica María! Su fuerte eran las estrellas, los teatros... en el 2012 ya no existían artistas él no habría dejado de trabajar si hubiera quedado una.

CS: ¿Cómo fue su vida después de que publicara su autobiografía en el 91?

RA: Fue un poco en declive porque lo que él plasmó ahí no le gustó a mucha gente. Él era muy claro y en muchas ocasiones la claridad ofende. Dijo algunas cosas que sí son ciertas, pero que no le gustaron a muchas personas y usted sabe que las artistas en ese momento tenían influencias con gente de poder y ahí empezó a decaer un poco su carrera. Incluso cuando él vestía Señorita México dejó de hacerlo por un problema que tuvo con Raúl Velasco. No quiero hablar mal de nadie porque no los conocí personalmente, pero la gente que está en ese medio, y sobre todo la gente que es muy vista y muy adorada por el pueblo, tiende a ser muy cruel, muy crítica en forma negativa. Se suscitó ahí un problema y salió de Televisa, pero a él no le importaba. Lo único que siempre le dolió fue no haber sido reconocido aquí como lo fue en el extranjero. Obtuvo premios en París, en Nueva York, en varios lugares. Siempre hizo vestidos con un tono mexicano; defendía y quería mucho a su país, sin embargo, aquí nunca se le valoró, nadie es profeta en su tierra. De ahí en fuera, siempre estuvo bien porque era una persona muy clara, muy directa y muy honesta. Mucha gente se aprovechó de eso también.

María Victoria, Julio Chávez y Gloria Valareso.
Cortesía de Rosalía Architrave.
CS: Después de su fallecimiento ¿Cómo ha sido esta problemática con su archivo?, ¿han tenido apoyo del Estado o de alguien?, ¿cuál es la situación actualmente con Julio Chávez y su trabajo?

RA: Ha sido muy difícil, recién que él falleció yo me contacté con algunas personas de la ANDA y del medio artístico pero, naturalmente, si él ya tenía 93 años mucha de esta gente tenía como 80 y ya no había gran cosa que pudieran hacer. Toqué algunas puertas. Hubo quien me ayudó mucho para tratar de acomodar este acervo tan vasto en algún museo o que lo acogiera algún tipo de institución y ese fue Ernesto Lumbreras, un escritor del mismo pueblo de mi papá que, haciendo lo que pudo, incluso me llegó a comentar que, si Monsiváis no hubiese muerto, le habría abierto las puertas del Museo del Estanquillo a mi papá. Luego no supe a quién dirigirme. He guardado todo hasta ahora, que últimamente nos han salido algunas ofertas para exhibir lo que queda de su vestuario que prácticamente es pura ropa de pasarela y su colección privada, sus fotografías, mucho periódico, mucha propaganda, sus distinciones... Espero que se dé porque de otra manera ya no sé qué otra puerta tocar. Aquí en México es difícil que valoren realmente lo que tenemos. Se muere la persona, ya sea un pintor, un escritor, un modista, un artista de cualquier índole y se olvida, se baja el telón y ya. Lo triste es que las generaciones actuales desconocen su historia. Incluso hubo un vestido de mi papá exhibido en la Academy of Motion Pictures Arts and Sciences en Beverly Hills y en Nueva York, creo que en Parsons está registrado que mi papá fue el pionero en las varillas de hueso de ballena para hacer la cintura de los vestidos ¡y está reconocido ahí en Estados Unidos!, ¿cómo es posible que ahí sí y aquí no? Aquí ni si quiera saben quién es Julio Chávez, pregúntale a los jóvenes y no saben. Tú le preguntas a gente mayor y muchos te dirán "ay sí, creo que hizo ropa", es triste. Cuando un genio se va su obra se olvida. Claro, tendría que ser un Picasso que está plasmado ahí y lo puedes ver, pero la ropa se acaba más rápido. Las artistas naturalmente reconocen su propio arte como cantantes o vedettes, por supuesto, son valoradas por lo que hacen y no por lo que visten. Pero no es justo que no den crédito por el vestido que traen puesto y es lo que las hace lucir.

Rosalía, Julio, entonces de 88 años y Mariana Orizaga, de 100. 2010.
Cortesía de Rosalía Architrave.

CS: En síntesis, ¿cómo recuerda usted a Julio?

RA: Con mucho cariño. A pesar de no haber tenido hijos, porque era gay, fue un maravilloso padre. Él me adoptó junto con otras dos sobrinas que vivieron mucho tiempo con nosotros y también le dicen papá... Hizo sus pininos porque nunca supo lo que era ser un padre biológico, pero creo que lo hizo maravillosamente bien.
Lo recuerdo con cariño, algunas veces con dolor y otras hasta con cierto recelo porque te digo que tenía un carácter muy fuerte. Era muy impositivo, pero con una mano te sonaba y con la otra te sobaba, siempre me dio todo lo que tuvo a su alcance, todo lo que pensó que yo podría necesitar. Sobre todo como padre siempre tuvo la mano tendida para mí, lo hizo lo mejor que pudo y lo recuerdo con mucho amor y mucho cariño.

CS: Muchísimas gracias por esta entrevista.

RA: Gracias a ti, Carlos, buena tarde.

1 comentario:

  1. Yo trabaje con el Sr. Julio Chavez! Fue un honor para mi estar en su taller. Era un genio de la moda. Era el mejor. El inventó la minifalda y el bordado en punto perdido y nadie se lo reconoció. El sabia mejor que nadie como hace rlucir el cuerpo de una mujer. Descanse en paz y jamás lo olvidare. Gracias por todos sus consejos .. hasta el cielo!

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